Con este grito comenzaba una de las celebraciones más importantes dentro del mundo romano, las Saturnalia, festividad en honor al dios Saturno que se celebraba entre el 17 y el 25 de Diciembre, día que coincidía con el solsticio de invierno.
Saturno era una de las divinidades más antiguas del panteón romano que, según la leyenda, habría llegado al principio de los tiempos procedente de Grecia donde había sido destronado por Júpiter. Una vez en el Lacio fue rápidamente aceptado por su rey, Jano, y poco después se estableció al pie de la colina del Capitolio, en la otra orilla del Tíber, donde fundó la ciudad de Saturna. Dios de la agricultura y la siembra, enseñó a los habitantes de su ciudad los secretos de la esta actividad, haciendo que su reinado fuese rico y extraordinariamente próspero, por lo que fue conocido como La Edad de Oro, una edad de oro perdida y que se pensó se había recuperado durante el reinado del emperador Augusto y la Pax Augustea. Durante las Saturnalia se recordaba esa Edad de Oro por lo que se trataba de unos días de alegría, despreocupación y también de excesos, posibles ya que coincidían con el fin de los trabajos agrícolas. Durante los días en los que se desarrollaban no había diferencias sociales, todos eran iguales, esclavos y señores, jóvenes y ancianos, niños y adultos, y se abandonaban las estrictas reglas que regían la vida cotidiana, en definitiva, todo estaba permitido.
Saturno devorando a sus hijos, Rubens (1636)
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Las
fiestas comenzaban con un sacrificio al dios en su templo, situado a los pies
del Capitolio, que era seguido de un gran banquete al que estaba invitado todo
el mundo y que iba acompañado del grito multitudinario de “Io, Saturnalia”. Los
sucesivos días se cerraban los tribunales, las escuelas y los comercios, se
paralizaban los enfrentamientos bélicos y se organizaban toda clase de
entretenimientos, los romanos salían a la calle a bailar y a cantar, se
celebraban procesiones, se sucedían los banquetes y se hacían regalos entre
amigos y familiares entre los que destacaban las figurillas de terracota,
velas, nueces o fruta. Las viviendas se engalanaban para la ocasión: se
decoraban con flores, se encendían velas y se colgaban decoraciones de los
árboles plantados en los jardines de las casas. El día más importante era el
que estaba consagrado a la esposa de Saturno, Opis, diosa de la abundancia. Ese día incluso los esclavos podían
participar en la fiesta, estándoles permitido vestir las ropas de sus amos u obligarles
a que les sirviesen la mesa. Se trataba, pues, de unas fiestas en las que todo
estaba permitido, en las que se cometían todo tipo de excesos y que acabaron
degenerando en la celebración de orgias desenfrenadas.
El último día de las Saturnalia, la
noche del 24 al 25 de Diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno,
tenía lugar la celebración de la festividad de la natividad del Deus Sol Invictus, título religioso que encerraba
en sí misma a tres divinidades: Mitra, Helios y El Gabal, aunque bajo el
emperador Juliano el Apóstata se consideró que la única divinidad mencionada
bajo esta advocación era Helios, siendo los otros dos simples expresiones de
esta divinidad. Era la noche más larga del año, y los antiguos romanos
celebraban el renacimiento del dios sol. Y, de hecho, los romanos no eran los
únicos: los “bárbaros” celebraran ceremonias relacionadas con el solsticio, en
Egipto se celebraba el regreso del Osiris, incluso en sociedades tradicionales
actuales se siguen celebrando ritos relacionados con el solsticio de invierno.
Con el paso del tiempo y la legalización del cristianismo en el Imperio este
día pasó a celebrarse el nacimiento de Cristo ¿por qué la elección de esta
fecha? Realmente no contamos con ningún testimonio que diga que Jesucristo
nació ese día, no se indica nada de ello en los Evangelios, de hecho
actualmente se tiende a pensar que habría que situar su nacimiento tres años
antes de la fecha oficialmente admitida y que proviene del relato de Dionisio
el Exiguo, un monje medieval, que indicó que Cristo habría nacido 753 años
después de la fundación de Roma, coincidiendo con el gobierno del emperador
Augusto. La elección de eses dos fecha vino determinada, entonces, porque esos
dos días se celebraban festividades paganas. Y es que era mucho más fácil
modificar el contenido de una festividad ya existente y fuertemente arraigada
en la sociedad que crear algo completamente nuevo. Esta fue la actitud que tomo
la Iglesia de forma que la mayoría de festividades religiosas que celebramos a
día de hoy pueden remontarse a un origen pagano: “Esta
nueva fecha fue elegida enteramente bajo influencia pagana. Desde siempre había
sido la del aniversario del sol, que se celebraba en muchos países con gran
alborozo. Tal elección parece habérsele impuesto a los cristianos por hallarse
éstos en la imposibilidad, ya fuera de suprimir una costumbre tan antigua, ya
fuera de impedir al pueblo que identificara el nacimiento de Jesús con el del
Sol. Así hubo que recurrir al artificio, frecuentemente empleado y abiertamente
admitido por la Iglesia, de dar una significación cristiana a este rito pagano
irreprimible” según
las palabras de Arthur Weigall.
Representación del Deus Solis Invictus, con corona radiada. |
Regalos, decoración de las viviendas,
nacimiento de un dios…como vemos son muchísimas las similitudes entre las
festividades paganas de las Saturnalia y el Deus
Solis Invictus, con nuestra actual Navidad. Y es que,
por extraño que pueda parecernos la mayoría de las festividades consagradas a
distintos santos o vírgenes que celebramos a día de hoy tienen un origen
pagano. Los primeros cristianos apenas celebraban más fiestas que la
Resurrección y Pentecostés mientras que el grueso de la sociedad seguía
celebrando sus festividades tradicionales, festividades con un fondo religioso
pero consagradas a las numerosas divinidades paganas. Es por ello que desde el
siglo III d.C., el siglo donde las persecuciones contra los cristianos
alcanzaron sus mayores cotas (Severo, Maximino, Decio o Diocleciano) pero
también la centuria en la que se sentaran las bases para la definitiva
consolidación de la nueva religión, los cristianos empezaron a asimilar las
diferentes festividades vigentes en el calendario romano y adaptarlas a sus
propios intereses, facilitando con ello la aceptación general de las nuevas
celebraciones.
A pesar de tratarse de una de las
festividades más importantes dentro del calendario romano tal como recuerdan
autores como Cátulo en sus Poemas o Séneca quien
afirmaba dentro de Cartas a Lucilio que “toda
Roma se volvía loca”, no todos estaban de acuerdo con la celebración de las
Saturnalia y por ejemplo sabemos que autores como Plinio el Joven prefería
aislarse en unas habitaciones de su villa “Especialmente
durante la Saturnalia, cuando el resto de la casa está ruidosa por la licencia
de las fiestas y los gritos de festividad. De esta forma, no obstaculizo los
juegos de mi gente y ellos no me molestan en mis estudios”.
Ave Caesar! Io, Saturnalia!, Lawrence Alma-Tadema (1880). Este cuadro representa el momento en el que Claudio es nombrado emperador tras el asesinato de Calígula a pesar de que por sus defectos físicos había sido apartado del poder, lo que supuso un cambio en su rol, tal como ocurría en las Saturnalia. |
Bibliografía:
-
CÁTULO,
Poemas.
-
CARDONA,
F.L., (2008): Mitología romana.
Ediciones Brontes, Barcelona.
-
GRIMAL,
P., (2008): Diccionario de mitología griega
y romana. Paidós, Barcelona.
-
PLINIO
EL JOVEN, Historia Natural.
-
SÉNECA,
Cartas a Lucilio.
-
WEIGALL, A.,
(1934): Survivances païennes dans le
monde chrétien. Payot, Paris.
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