lunes, 23 de febrero de 2015

El ejército de la Segunda Guerra Púnica

El ejército romano que combatió en la Segunda Guerra Púnica es lo que se conoce como la "legión manipular" debido a su forma de lucha, en la que los soldados se distribuían en manípulos. Polibio escribió una detallada descripción de este modelo de organización al referirse a la Segunda Púnica aunque debemos recordar que el autor de Megalópolis escribe en un momento posterior, a mediados del siglo II a.C., por lo que es probable que el ejército hubiese sufrido transformaciones en el periodo comprendido entre el hecho que describe y la época en la que lo hace. 


El ejército romano fue una organización que estuvo vigente a lo largo de muchos siglos y que como cualquier otra fue sufriendo trasformaciones consecuencia de la necesidad de adaptarse a las condiciones: enemigos, terreno, transformaciones sociales, disponibilidad económica… Se trata de mutaciones progresivas más que fruto de reformas radicales a pesar de que en muchas ocasiones las fuentes atribuyan estos cambios a personajes concretos con el objetivo de engrandecer la labor de estos individuos. El ejército republicano en sus comienzos solo se componía de una única legión. En torno al siglo IV a.C. esta quedó dividida en dos fuerzas de 3000 hombres de infantería pesada, a los que habría que sumar 1200 más de infantería ligera dando un total de 4200 hombres por legión, una para cada cónsul. Esta división de fuerzas se mantuvo durante todo el periodo republicano aunque con modificaciones puesto que según Tito Livio a finales de esta centuria eran ya cuatro las legiones existentes, dos para cada cónsul. Los cónsules eran los magistrados mayores por lo que en ellos recaían las funciones y decisiones más importantes, aunque con el paso del tiempo fueron delegando el mando militar a subalternos, los legati o legados, práctica especialmente frecuente desde el siglo II a.C. en adelante. Además los dos cónsules elegían a veinticuatro tribunos militares, seis por legión, quienes se encargarían del mando de esta por turnos.

¿Quiénes componían este ejército?

Todavía no podemos hablar del ejército como una profesión sino que se trataba de una milicia temporal en la que participaban aquellos ciudadanos con la capacidad económica suficiente para costearse el armamento. Sin embargo estos no podían participar en más de dieciséis campañas, método empleado para conseguir que participase el mayor número de ciudadanos posible. El aumento del número de soldados desde los primeros momentos fue debido a los triunfos y la expansión romana por el territorio itálico que permitió, por un lado, la entrega de lotes de tierra a personas hasta entonces sin recursos, de forma que ahora ya si podrían costearse el armamento. Además muchas ciudades recibieron la "ciudadanía son voto" lo que les obligaba a enviar tropas sin recibir ningún derecho a cambio. 

No siempre a legión estaba formada por 4200 hombres a pie y 300 caballeros. Durante las campañas la pérdida de hombres reducía este número mientras que en situación de excepcional peligro el Senado podía decretar que se reclutasen a más hombres, hasta los 5000 o 6000 incluso como relatan algunos testimonios. 


La estructura del ejército:

La infantería estaba situada en el centro de la organización y se dividía de acuerdo con la edad y las posibilidades de cada uno de sus miembros. La infantería ligera o velites estaba formada por aquellos hombres más jóvenes y también por los que no podían costearse otro tipo de armamento. Situados en primera línea del campo de batalla, estaban equipados con jabalinas ligeras, escudo circular y, muy posiblemente, también una espada. Casco solo llevaban unos pocos aunque parece que todos portarían pieles de animales, especialmente de lobo que según Polibio era para ser identificados aunque tampoco podría descartarse algún significado totémico. 

A continuación se situaba la infantería pesada, dispuesta en una formación cerrada y compacta, en la que los soldados luchaban muy próximos entre sí. Estos estaban divididos en tres líneas:
  • Hastati: formada por los hombres más jóvenes, en torno a los veinte años de edad. Su número era de 1200 hastati.
  • Princeps: 1200 hombres entre los veinte y los treinta años de edad.
  • Triari: grupo compuesto por los hombres más mayores y experimentados. Era el grupo más reducido, formado por solo 600 soldados. 
Ilustración que representa a un triari, un hastati y un princeps de la misma forma ya que su armamento era similar y un velite (Fuente: Google maps).
Cada una de estas tres líneas estaba dividida en diez manípulos, la unidad táctica básica, aunque por razones de tipo administrativo cada uno de ellos se dividía a su vez en dos centurias dirigidas por un centurión, un segundo oficial u optio, un portaestandarte o signifer y un oficial de guardia, el tesserarius. El centurión del ala derecha de cada manípulo era el de mayor edad: elegía a su compañero y, en caso de estar los dos presentes, era el quien llevaba el mando. Cada manípulo se organizaría al modo de una nube en torno a su estandarte, dándole una gran movilidad a sus miembros y permitiendo el cambio de líneas sin que se produzca la desprotección de amplias zonas. Esta organización explicaría, también, la presencia del espacio necesario para poder combatir, impidiendo su desaparición a pesar del empuje del enemigo, con lo cual no quedaba nunca inutilizado el armamento. 

Ilustración que representa la distribución de los manípulos dentro de la legión, precedida de los velites o infantería ligera (Fuente: http://www.oocities.org/sodalitasmilitarium/TwoLegionConsularArmy.htm)

Hay que tener presente que la diferencia entre una y otra, infantería ligera y pesada, no radica tanto en el armamento en sí sino en la manera de combatir. Y es que las tropas ligeras no formaban parte de una organización más o menos compacta sino que su función era la de estar en continuo movimiento, de ahí la necesidad de portar un armamento más liviano. Es decir, el armamento menos pesado es consecuencia de ser miembro de la infantería ligera no la causa de ello. 


Además de la infantería, la legión contaba con una caballería formada por 300 hombres. Al igual que en los años anteriores, eran los más ricos los que podían permitirse tener un caballo. La caballería se dividía en diez turmae de 30 caballeros o equites, dirigida cada una de ellas por tres decuriones. Los caballeros luchaban también en formación cerrada con lanza y espada. Como armas defensivas portaban yelmo, coraza y escudo circular. 

La legión se completaba con un número variable de aliados, agrupados en un ala, de la que formaban parte tanto infantería como caballería. Subdividida en cohortes, estaba dirigida por tres prefectos, los praefecti sociorum, que si eran ciudadanos romanos. Esta alae se situaban protegiendo a las legiones por los flancos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Aquellos hombres más preparados eran llamados para conformar los extraordinarii, un grupo de infantería y caballería dispuestos bajo las ordenes directas del cónsul. 

Ilustración que representa la distribución de las distintas unidades que componían el ejército manipular, con las dos legiones en el centro precedidas de la infantería ligera, las alae aliadas a ambos lados y la caballería romana defendiendo los flancos (Fuente: http://www.oocities.org/sodalitasmilitarium/TwoLegionConsularArmy.htm).

En el próximo post se analizarán la vestimenta y el armamento de cada uno de estos soldados. 

Glosario: 

  • Tribuno militar: oficial de la legión romana, procedentes del orden senatorial y elegido por el Senado. 
  • Centurión: oficial del ejército romano encargado del mando táctico y administrativo de una centuria. 
  • Decurión: literalmente "jefe de diez soldados".

Bibliografía:




  • GOLDSWORTHY, A., (2003): El ejército romano, Akal.
  • QUESADA, F., (2003): El legionario romano en época de las Guerras Púnicas: Formas de combate individual, táctica de pequeñas unidades e influencias hispanas, Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, 16, 2003, 163-196.





    • martes, 17 de febrero de 2015

      Proyecto ARQUETOPOS

      Ayer tuvo lugar la presentación en el Salón de Actos del Museo del Teatro Romano de los resultados del Proyecto de investigación ARQUEOTOPOS, Carthago Nova: topografía de una urbe mediterránea privilegiada (HAR2011-29330).

      Se trata de un trabajo de investigación multidisciplinar en el que han trabajado miembros del Grupo de Investigación de Arqueología de la Universidad de Murcia, con el profesor Sebastián Ramallo a la cabeza, de la Universidad Politécnica de Cartagena, de la Universidad Politécnica de Madrid y del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena. El objetivo es, tal como se presenta en la web del grupo, realizar un estudio integral y diacrónico de la evolución geoarqueológica, paleobotánica y de las estrategias de ocupación y recursos del solar de Cartagena desde el último glacial hasta la actualidad. 

      Hasta la fecha todas las reconstrucciones que se había realizado de la topografía de la ciudad antigua no eran reales sino aproximaciones basadas en hipótesis, sin base científica constrastada. Los elementos con los que se contaba para realizar estas restituciones eran las propias observaciones del terreno y su vegetación, los trabajos de excavación realizados en diferentes solares que la ciudad cuyos resultados hablan de la existencia de tierras emergidas y de zonas sumergidas, y finalmente la descripción que de la misma hace Polibio quien visitó la ciudad a mediados del siglo II a.C. acompañando a Escipión Emiliano. 

      La primera fase de trabajo de este estudio ha incluido por un lado la documentación y georreferenciación de todos los hallazgos conocidos hasta la fecha y la creación de una base de datos en la que se ha incluido abundante información: descripciones, interpretaciones, fotografías...y las cotas a la que se sitúa cada uno de los hallazgos teniendo en cuenta su adscripción cronológica con el objetivo último de poder recomponer la estructura de la ciudad por épocas históricas. Esta primera fase se completó con la realización de una prospección sistemática y extensiva en todo el área periurbana y cuyos resultados han sido igualmente georreferenciados y trasladados al plano, permitiendo asimismo la identificación y definición de áreas funcionales: artesanales, funerarias...

      La segunda fase ha sido de documentación histórica, para lo que se ha buscado información en archivos que ha permitido recuperar en torno a los 240 mapas históricos. Esta cartografía, cuyos ejemplares más antiguos datan del siglo XVI, se ha georreferenciado sobre mapas y fotografías actuales permitiendo observar y conocer cambios en la línea de costa, procesos de colmatación o la restitución de la red hídrica desde ese siglo XVI hasta la actualidad. Este estudio se ha completado con la observación de los perfiles estratigráficos de los solares excavados en los que se habían identificado zonas limítrofes entre el mar y la costa o procesos de colmatación, ya fuesen naturales o antrópicos. 

      A todo lo anterior se sumó la realización de 19 sondeos, algunos de los cuales alcanzaron los 30 metros de profundidad, y el análisis mediante carbono 14 de los restos orgánicos presentes en el sedimento para obtener dataciones. Estas se han remontado hasta el 13562 cal. B.P. (a este fecha hay que restarse unos 1950 años para obtener la fecha antes de Cristo). Así mismo la Universidad Politécnica de Madrid ha realizado estudios de los biomarcadores hallados lo que ha arrojado resultados tan interesantes como que la laguna situada al norte de la península donde se asentaba la ciudad no era un verdadero mar sino un estanque marino, con un ecosistema muy pobre. Apenas se han encontrado biomarcadores procedentes de algas y ni rastro de ictiofauna, lo que indica que se trataría de un terreno salino y poco fértil, de forma que parece poco probable que es este zona se realizase una importante actividad pesquera como se había mantenido. 

      La última fase del proyecto incluye la realización de restituciones de la topografía de la ciudad en diferentes épocas históricas. Se trata, por lo tanto, de un proyecto interesante que ha permitido a sus investigadores conocer que la ciudad se asienta sobre un terreno fallado, divido en bloques o dovelas, una configuración que a día de hoy sigue condicionando la morfología de la zona. También que en torno al año 5000 B.P. se produjo un momento de transgresión marina que provoco que tanto la zona al norte de la península como el propio centro de la misma, la zona entre las cinco colinas, estuviese cubierta de agua; o que el mar que rodeaba la ciudad tenía unos 3 o 4 metros más de altura que hoy. Este estudio no finaliza aquí sino que se prolongará durante algunos años más permitiendo a sus investigadores conocer mejor un territorio y una topografía complejas que, por este motivo, tuvieron una influencia decisiva en el desarrollo de la ciudad desde el mismo momento de su fundación hasta la actualidad, a la vez que aportará una base geomorfológica precisa sobre la que situar cada uno de los hallazgos arqueológicos que se realicen en la ciudad. 

      Aquí os dejo el enlace a la web del equipo de investigación: http://www.um.es/arqueologia/


      lunes, 16 de febrero de 2015

      Anibal ante portas!: La Segunda Guerra Púnica

      La Segunda Guerra Púnica fue uno de los mayores conflictos bélicos del mundo antiguo, en el que se enfrentaron las dos grandes potencias del Mediterráneo en esos momento: Roma y Cartago. El conflicto se desarrolló entre los años 218 a.C., con la declaración de guerra por parte de Roma tras la destrucción de Sagunto, y el año 201 a.C., tras la batalla de Zama y la rendición de Cartago.


      Los antecedentes al enfrentamiento:


      No era la primera vez que ambas potencias se batían, ni fue la última. Eran los dos mayores estados del Mediterráneo y el inicio de la expansión marítima romana hizo inevitable que se enfrentara a un imperio, el cartaginés, cuya fortuna procedía de su excelente ubicación entre las rutas comerciales que unían la mitad occidental y la oriental de este mar. Cartago era, ante todo, un imperio marítimo, que dominaba importantes plazas desde el sur de la Península Ibérica hasta Libia y que realizaba una intensa actividad comercial.

      La Primera Guerra Púnica tuvo lugar entre los años 264 y 241 a.C. y en este caso el choque de intereses se produjo en la isla de Sicilia, fértil, rica y ocupando una posición inmejorable. El casus belli lo dio la ciudad de Messana que en el año 286 a.C. fue ocupada por un grupo de mercenarios campanos afincados en la isla quienes, desde este punto, continuaron una actividad conquistadora hasta que fueron derrotados por el tirano de Siracusa. Tras esta derrota, los campanos pidieron ayuda a los cartagineses para defenderse y, bien porque su actuación no fue la esperada por la ciudad de Messana, bien porque Roma intervino para que así se hiciese, lo cierto es que poco después se envió otra petición de ayuda, en este caso a dirigida al senado romano. Y así la ciudad fue ocupada en el año 264 a.C. El enfrentamiento finalizó con la derrota cartaginesa en la batalla de las islas Égates. Los norteafricanos se veían así obligados a abandonar una gran cantidad de plazas, algunas de las cuales pasaron a manos romanas así como abonar una importante indemnización, junto con otros acuerdos como devolver a los prisioneros de guerra o la imposibilidad de reclutar mercenarios (el ejército cartaginés estaba compuesto en su mayoría por soldados mercenarios dirigidos por miembros de las grandes e influyentes familias cartaginesas) en el territorio de la otra. Y si esto no era suficiente, se produjo una rebelión de mercenarios que Roma aprovechó para ocupar Córcega y Cerdeña. 

      Ante esta situación, una facción de la oligarquía cartaginesa dirigida por Amilcar Barca y con el apoyo de los soldados, propuso que la recuperación pasaba por la conquista de un nuevo territorio: la Península Ibérica, cuya riqueza ya conocían gracias a las plazas que ocupaban en la zona sur. Su propuesta triunfó y en el año 237 a.C. Amilcar llegaba a la península y conquistaba todo el valle del Guadalquivir y Sierra Morena hasta su muerte luchando contra una tribu íbera. La conquista continuó dirigida ahora por su yerno Asdrúbal quien se decantó por el empleo de la diplomacia, lo que le llevó a pactar acuerdos con varios reyezuelos indígenas. A él también se atribuye la fundación de la ciudad que se convirtió en el núcleo de administrativo principal desde donde se ejercía el control de los territorios controlados, Carthago Nova, en torno a los años 228-227 a.C. El avance púnico preocupaba a los romanos por lo que decidieron intervenir enviando una embajada para entrevistarse con Asdrúbal. El resultado fue el Tratado del Ebro por el que se fijaba una línea o frontera en el río del mismo nombre que los cartagineses nunca deberían superar. En el año 221 a.C. Asdrúbal murió y el mando del ejercito cartaginés paso a manos del hijo de Amilcar, Anibal Barca. 

      Moneda de plata con busto de Amilcar en el reverso (fuente: google images).

      El casus belli de Sagunto:


      El nuevo general continuó la actividad conquistadora iniciada por su padre y en el año 219 a.C. puso sitio a la ciudad de Sagunto, situada al sur del Ebro. Sin embargo parece que el enclave había firmado algunos años antes un pacto u alianza con Roma en circunstancias todavía poco claras. El asedio duró unos ocho meses durante los cuales el senado romano nada hizo para auxiliar a su aliado y, solo una vez que la ciudad había sido conquistada, exigió que el Consejo cartaginés les entregase a Anibal y a sus consejeros, Tras su negativa, Roma declaraba la guerra en la primavera del año 218 a.C. 

      La Segunda Guerra Púnica (fuente: http://www.historiantigua.cl/roma/cartografia/).

      Anibal en Italia:


      La estrategia del cartaginés no fue otra que trasladar el conflicto a suelo itálico, hacia donde partió acompañado de un ejército de 30000 hombres, con los que consiguió la hazaña de cruzar los Alpes antes de que el gobierno romano tuviese tiempo de reaccionar. El primer enfrentamiento se produjo en la batalla de Tesino, a orillas del Po, que se saldó con una victoria del ejército cartaginés. La segunda derrota romana no tardaría mucho en llegar, a orillas del río Trebia esta vez, en un enfrentamiento en el que murieron tres cuartas partes del ejército romano y que provocó, además, que los celtas del valle del Po se rebelasen contra la dominación romana. La batalla del lago Trasimeno fue peor todavía. Todo el ejército romano, incluyendo al cónsul Cayo Flaminio que lo dirigía, fue exterminado.

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      Anibal Barca (fuente: Mommsen, T. Historia de Roma).

      El peligro era real, era demasiado grande, mucho más de lo que el Senado había calculado en un primer momento, por lo que fue necesario tomar medidas extraordinarias con el nombramiento de Quinto Fabio Máximo como dictador. Este puso en marcha una estrategia que pretendía acabar con el invasor mediante su acoso, evitando el enfrentamiento directo. Por su parte, los hermanos Cneo y Publico Cornelio Escipión padre, se trasladaron a la península ibérica, donde Cartago tenía su base, para impedir el envío de ayuda o refuerzos. 

      La gran derrota romana, una de las mayores de su historia, se produjo en la batalla de Cannas. Tuvo lugar en el año 216 a.C., después de que acabase la dictadura de Fabio Máximo. Los dos nuevos cónsules, presionados por la opinión popular, decidieron cambiar la estrategia y, ahora sí, enfrentarse directamente al enemigo. 70000 soldados romanos murieron, incluyendo a uno de los cónsules, Emilio Paulo.  Nuevas ciudades italianas se unieron al bando cartaginés y, sin embargo Anibal no supo aprovechar su ventaja. Anibal ante portas! gritaban los ciudadanos romanos, el enemigo estaba cerca pero finalmente el ejército cartaginés decidió no atacar y se retiro a la zona de Campania. 

      Batalla de Cannas (fuente: http://www.historiantigua.cl/roma/cartografia/).

      Los hermanos Cneo y Publio Cornelio Escipión en Hispania:


      Por su parte, en suelo peninsular, los hermanos Cneo y Publio Cornelio Escipión, desde su base en Tarraco, habían conseguido traspasar la línea del Ebro y mantenían inmovilizado al hermano de Anibal, Asdrúbal, sin que este pudiese enviarle ayuda alguna. De esta forma y, ante el avance de los ejércitos romanos que había conseguido recuperar la ciudad de Capua, Anibal quedaba aislado en la zona del Brucio, limitándose su actuación a una guerra de supervivencia.

      Ambos hermanos murieron luchando en territorio peninsular y el mando de las tropas pasó a manos del hijo de uno de ellos, Publio Cornelio Escipión, a pesar de su corta edad. La actuación del joven, una magnífico estratega, fue decisiva en el desarrollo del conflicto. Conquistó la principal plaza fuerte de los cartagineses, Carthago Nova, ciudad que parecía inexpugnable, defendida por su magnífica muralla y la propia orografía del terreno. Continuó avanzando por el valle del Guadalquivir y después de dos importantes victorias en Baecula e Ilipa, y la ocupación de Gades en el 206 a.C., expulsó a los cartagineses de Hispania de forma definitiva. 

      Escipión africano.JPG
      Busto de Publio Cornelio Escipión (Museo Arqueológico Nacional de Nápoles).

      Por su parte, Asdrúbal consiguió escapar junto con un ejército con el que se dirigió al encuentro de su hermano aunque nunca llegó a alcanzar su objetivo al ser derrotado en la batalla de Metauro. Su cuerpo fue decapitado y su cabeza arrojada al campamento de su hermano. 

      La guerra en el Norte de África: 


      Si la estrategia de Anibal fue la de llevar el conflicto a territorio itálico, la de Escipión no fue diferente y, después de sus victorias en Hispania y ser nombrado cónsul en el año 205 a.C., se trasladó junto con un poderoso ejército al norte de África. Aquí encontró numerosos aliados entre las poblaciones indígenas sometidas por Cartago, entre los que destaca el príncipe Massinisa de Numidia. 

      Anibal fue requerido y el enfrentamiento entre ambos ejércitos se produjo en el año 202 a.C. La batalla de Zama fue la primera derrota de Anibal en toda guerra pero suficiente para poner fin al conflicto. El propio general aconsejó al Consejo cartaginés rendirse a aceptar las condiciones de paz ofrecidas por los romanos: entrega de todos los navío y elefantes que tantos quebraderos de cabeza habían dado al ejército romano, prohibición de hacer cualquier guerra sin el permiso de Roma, el pago de 10000 talentos de plata y el reconocimiento de Massinisa como rey de Numidia frente a su adversario Sifax, aliado de los cartagineses. La paz se firmó en el año 201 a.C. y Escipión pudo regresar a Roma, pasando a ser conocido desde entonces como "El Africano". 

      La Tercera Guerra Púnica:

      Un nuevo conflicto enfrentaría a ambas potencias años más tarde. Un porcentaje elevado de la sociedad romana nunca dejó de ver a Cartago como un enemigo peligroso, una corriente de opinión cuyo principal representante fue Marco Porcio Catón y su famoso "Carthago delenda est!" que empleaba en todas sus intervenciones durante las sesiones del Senado romano. 

      Cartago declaró la guerra a Massinisa por las continuas agresiones sufridas sin el permiso de Roma, dando a Catón por fin un motivo para declarar la guerra a Cartago y acabar de una vez por todas con este molesto enemigo. De nuevo un miembro de la familia de los Escipiones, en este caso Escipión Emiliano, nieto del Africano, destacó en el conflicto. Cartago fue saqueada, destruida definitivamente y sus habitantes vendidos como esclavos. Su suelo fue maldito y según dice fue rociado con sal para que nada volviese a crecer donde un día estuvo la capital de uno de los mayores imperios del mundo antiguo. 

      Glosario:


      • Campano: de la región de Campania, en el sur de la península Itálica.
      • Tirano: sistema de gobierno propio de la antigua Grecia, un régimen de poder absoluto instaurado por el propio tirano, que ocupaba el poder por la fuerza y sin pedir permiso a nadie, con un golpe de estado o cualquier otro movimiento. El término no tenía las connotaciones negativas que tienen a día de hoy. Los griegos empezaron por considerarlo un sistema cómodo y los tiranos eran bastante populares y queridos. Además, era una forma de luchar contra los abusos de la alta aristocracia y los sacerdotes, que adquirían el poder por nacimiento.


      Bibliografía: 

      • ROLDÁN, J.M., (2005): Historia de Roma, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca. 

      domingo, 8 de febrero de 2015

      La vestimenta de la matrona romana

      La matrona romana era el complemento perfecto de su marido, con el que debía de compartir las virtudes propias del buen hombre. Representaba un ideal de mujer perfecta cuyo comportamiento debía de ser completamente irreprochable en todas las facetas y ámbitos de su vida, ya que lo contrario podría traer consigo el desprestigio de toda la familia. 


      La ropa femenina era semejante en cuanto a sus formas a la del hombre aunque difería en la mayor riqueza y delicadeza de los materiales, el colorido o la decoración. De hecho Ovidio da buena cuenta del grado de ostentación que podían alcanzar en algunas ocasiones en esta frase:
      "[...] no os mováis con dificultad por el peso de los recamados de oro que luzcan vuestros vestidos..." (OVIDIO, Ars Amandi).

      La vestimenta principal de la mujer romana y símbolo de la matrona (como lo era la toga para el hombre) era la stola, prenda fabricada primero en lana y, con el paso del tiempo, con materiales más nobles como el lino o el algodón, y decorada en la zona del cuello y del borde inferior. Podía presentar una amplia variedad de colores gracias al empleo de tintes naturales. Se enganchaba mediante broches a los hombros y caía hasta los pies, quedando sujeta en la zona de la cadera por un fajín ancho y plano, la succinta, y un segundo cinturón situado debajo del pecho, el cingulum. No solía cubrir los brazos salvo en el caso de que la túnica inferior tampoco lo hiciese ya que estos no podían quedar al descubierto. En caso de tener mangas, estas no eran completas sino que estaba abiertas y se unían gracias al empleo de broches, en la mayoría de ocasiones piezas de gran valor. 

      Bajo la stola las mujeres llevaban un sencillo vestido, la subucula, elaborado con materiales livianos como la seda o el lino. Era similar a la túnica de los hombres, con mangas y larga hasta los pies, y no estaba ceñida por la zona de la cintura. Existían otras prendas que se podían situar debajo de la stola como el chiton, más vistoso que el anterior, y el peplos, una pieza tubular que se sujeta en los hombros y desde donde cuelga una segunda capa de tela que alcanza la cintura. 

      Por encima de todo se situaba la palla, una gran pieza de tela de forma cuadrada o rectangular, que rodeaba el cuerpo a modo de chal, quedando sujeta en los hombros mediante fíbulas. En el exterior era empleada para cubrirse la cabeza ya que ir tapada era considerado de buen gusto y apropiado para la mujer.

      Estatua de Livia, esposa de Augusto, vestida con stola y palla (Museo Arqueológico Nacional de Madrid).

      Otra estatua de Livia, en este caso identificada con la diosa Ceres, en la que también aparece representada con la vestimenta típica de la matrona romana (Museo del Louvre, París).
      Las mujeres completaban su atuendo con complementos como la umbela, similar a un parasol, y el flabeum o abanico, pero sobre todo con ricas y lujosas joyas. Pendientes, collares, brazaletes o decoraciones para el cabello elaborados con metales preciosos y piedras de todo tipo, pasta vítrea...y sobre todo perlas:

      "Pero amó como a ninguna a Servilia, madre de Bruto, a la cual, ya dirante su primer consulado, le compró unas perlas por valor de seis millones de sestercios, [...]" (SUETONIO, Caes., 50).

      Así habla Suetonio del regalo que César ofreció a su amante, Servilia, y que da buena cuenta de las enormes cantidades de dinero que las mujeres romanas, o sus amantes y maridos, podían gastarse para satisfacer sus deseos de ostentación, a pesar de las continuas críticas de muchos autores.


      Pendiente de oro de época romana encontrado en Cartagena (Museo Arqueológico Municipal de Cartagena).

      Las mujeres empezaban a usar esta vestimenta en el momento de casarse. El vestido de las niñas era mucho más sencillo, una simple túnica larga atada en la cintura. 

      Cuando la mujer quedaba viuda debía usar prendas oscuras además de prescindir del uso de ornamentos y perfumes.

      En cuanto al calzado, en el exterior las mujeres vestían el calcei muliebres, una zapato cerrado atado mediante cordones y elaborado en cuero. Presentaba una rica decoración. 

      Ilustración que representa a dos matronas (la mujer del centro y la de la izquierda) vestidas con túnica, stola y palla (Fuente: google images).

      Bibliografía:

      • GRIMAL, P., (1993): La vida en la antigua Roma, Paidós, Barcelona.
      • GUILLÉN, J., (1994): Urbs Roma. Vida y costumbres de los romanos I. La vida privada, Sígueme, Salamanca.
      • JOHNSTON, H.W.: The Private Life of the Romans (versión online).
      • OVIDIO: Ars Amandi, Cátedra, Madrid, 2006.
      • SUETONIO: La vida de los Doce Césares, Alma Máter, Barcelona, 1964.

      domingo, 1 de febrero de 2015

      Las kalendas de Febrero

      Con este nombre se hace referencia al primer día del mes de Febrero. Y es que los antiguos romanos no contabilizaban los días como lo hacemos nosotros...


      En la antigua Roma existían tres momentos clave o puntos señalados en el mes que servían como referencia para indicar el resto de los días. El primero de ellos eran las kalendas que se correspondían con el primer día de cada mes. Los Idus tenían lugar el 13º día de cada mes, salvo en marzo, mayo, julio y octubre, que caían el día 15 (una de las fechas más famosas son los Idus de marzo, el día del asesinato de Julio César que tuvieron lugar el 15 de marzo del 44 a.C.). Finalmente estaban las Nonas, así denominadas por tener lugar 9 días antes de los Idus, de manera que en los meses de marzo, mayo, julio y octubre corresponderían al 7º día del mes, y al 5º el resto de meses. Cada uno de estos periodos estaba relacionado con los ciclos de la luna: la luna creciente, la media y la llena. 

      Calendario romano (fuente: Museo della Civiltà Romana)

      La forma de contabilizar los días era un poco compleja ya que se hacía contando hacía atrás, es decir se cuentan los días que faltan para llegar a cada una de las referencias, incluyendo en el computo el día de partida y el de llegada. Así, por ejemplo, el día 27 de junio sería para las romanos (teniendo en cuenta que su mes de junio tenía solo 29 días) "el cuarto día antes de las kalendas de julio" o lo que es lo mismo "ante diem IV kalendas Iunius". El día de antes a alguno de estos hitos era denominado "pridie" (el día de antes) y el posterior "postridie" (el día después). Si el día a denominar coincidía con alguna de las referencia eran mucho más sencillo, por ejemplo el día de la muerte de Julio César fue el Idus Martiae.

      Algunas frases famosas que incluyen referencias a estas fórmulas son:

      • "Ad kalendas graecas" que significa "para las kalendas griegas". Se trata de un proverbio que hacía referencia a algo que nunca iba a suceder puesto que en Grecia no existían las kalendas, algo parecido a nuestro "cuando a las ranas le salga pelo".
      • "¡Cuidate de los Idus de marzo!": frase introducida por Shakespeare en su obra Julio César de 1559 haciendo referencia a una advertencia que una adivina le hizo, por lo que se usa a día de hoy para advertir de algún peligro.

      El calendario también ha cambiado bastante desde estos momentos hasta nuestro días. De hecho el mes de lebrero no existía originalmente sino que fue introducido, según la tradición, por el segundo rey de Roma, Numa Pompilio. Este realizó una reforma del calendario para adaptarlo a los ciclos lunares. Con ella estableció que los meses tuviesen 29 y 31 días de forma alterna, ya que los números pares eran considerados como portadores de mala suerte por lo que ningún mes debía estar compuesto de 30 días. Además de ello, se añadieron dos meses más, enero y febrero, pasando a comenzar el año en estos nuevos meses algo más tarde, en el siglo II a.C., ya que hasta entonces lo hacía en marzo.

      Febrero era conocido por los romanos como februarius. Sabemos por Ovidio que el nombre procede de un instrumento de purificación denominado februa:

      "Los padres romanos llamaron februa a los instrumentos de purificación. Aún ahora muchos indicios lo prueban así para esta palabra. Los pontífices piden al rey y al flamen unas lanas que en la lengua de los antiguos tenían en nombre de februa, y las tartas tostadas y la sal que coge el lictor para purificar las casas cuando se las barre se llaman igual. El mismo nombre tiene la rama que, cortada del árbol, cubre con hojas puras las castas sienes de los sacerdotes. Yo mismo vi a la mujer de un flamen solicitando los februa, y al solicitar los februa le dieron una vara de pino. En fin, todo aquello con que purificamos nuestros cuerpos tenía este nombre entre nuestros intonsos abuelos. El mes recibe de los februa este nombre, bien porque los Lupercos cortan una piel y purifican todo el suelo utilizándola como instrumento de purificación, o bien porque la ocasiones es pura, una vez que se han hecho las ofrendas de paz a los sepulcros y los días dedicados a los muertos han pasado. Nuestros viejos creían que las puridicaciónes podían eliminar todo sacrilegio y toda causa del mal. Grecia dio origen a esta costumbre, pensando los pecadores al purificarse lavan sus hechos sacrílegos [...] ¡Ah, demasiado cómodos los que creéis que los tristes crímenes de homicidio pueden lavarse en el agua de un río! (OVIDIO, Fastos, II)
      Estos instrumentos de purificación eran empleados en una festividad con el mismo nombre, las februa, de origen sabino. Se trataba de una fiesta de purificación como preparación a la primavera, para alejar cualquier mal espíritu que acechase al ganado, la cosecha o incluso expiar los pecados. Esta antigua tradición quedó ligada a la gran festividad que los romanos celebraban este mes, las Lupercalia, dando nombre al mes. 

      Glosarío:

      • Flamen: sacerdote romano que gozaba de un gran prestigio. Institución nacida durante los primeros momentos de la monarquía que estaba cargada de un halo de misterio. Considerados como una representación en vida de la divinidad a la que estaban consagrados debían de respetar una serie de estrictas restricciones como no salir del recinto sagrado de la ciudad o pomerium, no tocar a las muertos ni animales relaciones con la muerte o comer determinados alimentos. 
      • Lictor: soldado encargado de escoltar a los magistrados durante la época republicana y a los emperadores después, además de realizar algunas otras tareas de orden publico. Su elemento más característico era un haz de varas o fasces en el que se encontraban insertas una o dos hachas y que apoyaba en su hombro izquierdo, solo cuando estaban fuera del recinto sagrado de la ciudad. Simbolizaba su capacidad para castigar y ejecutar, por lo que dentro del pomerium se veían reducidas sus prerrogativas, ya que en este área no se podía ejecutar a ningún ciudadano.
      • Lupercos: cuerpo especial de sacerdotes encargados de realizar los sacrificios que formaban parte de la festividad de las Lupercales


      Bibliografía:


      • OVIDIO, Fastos, Gredos (121). Introducción, traducción y notas de B. Segura Ramos. Revisada por A. Ruiz de Elvira.