lunes, 15 de diciembre de 2014

Termas romanas de Carthago Nova

Tal como vimos en el post anterior, son dos los establecimientos termales públicos que se han identificado en la ciudad de Carthago Nova, ambos fechados con posterioridad a la promoción colonial de la ciudad. Esta se sitúa en torno al año 54 a.C., obra de Pompeyo Magno, tras lo cual la ciudad experimentó un importante proceso de desarrollo edilicio de carácter monumental que incluyó la resistematización de espacios y la reconstrucción del sistema viario, la creación de nuevas infraestructuras de carácter hidráulico entre las que destacaría un acueducto, posiblemente el más antiguo de la Hispania romana, así como la edificación de estructuras públicoas adecuadas a la nueva dignidad de la ciudad: el foro, la curia, templos, el teatro, el anfiteatro y también las nuevas instalaciones termales. Con ello Carthago Nova conseguía adecuar su aspecto físico e infraestructuras al nuevo papel que estaba llamada a desempeñar dentro de Hispania y de todo el Imperio, alcanzando su momento de máximo esplendor en época augustea cuando, además, se convierta en capital del mayor conventus iuridicus de su provincia (RAMALLO y RUIZ, 2010: 104).

El primero de ellos, situado en la actual calle Honda, en un punto cercano al foro de la ciudad, es el establecimiento termal mejor conocido, fechado en época julio-claudia a partir de la decoración de la palestra, los restos escultóricos, el material latericio y los clavi coctiles, materiales todos ellos que apuntan a las dos primeras décadas del siglo I d.C. (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 100). Los primeros restos fueron hallados en el año 1968 por Pedro San Martín Moro (SAN MARTÍN, 1985: 134) quien trabajó en ellos entre los años 1982 y 1983 (MARTÍNEZ 1997; SAN MARTÍN, 1985: 137), completándose la excavación del conjunto en varias campañas posteriores, la última de las cuales tuvo lugar en el año 2008-2009, tras la cual se procedió a su puesta en valor y musealización.
Imagen aérea de las termas durante las excavaciones de los años 80 (https://joseluissite.wordpress.com/)
Han sido clasificadas dentro del Tipo I de Krencker, muy común en los establecimientos termales de Hispania, por la disposición de la palestra y la sudatio en zonas opuestas (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 99). Así el edificio presenta un esquema lineal simple, con eje norte-sur y recorrido retrogrado (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 91), es decir no existe un circuito cerrado sino que debe volverse por los mismos espacios.
Plano de las termas de la calle Honda (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011).
El acceso al conjunto tendría lugar a través de la palestra ya que tanto la ausencia de natatio como la presencia de un suelo de opus spicatum en lugar del tradicional mortero o albero reflejan una funcionalidad no solo para la práctica de actividades deportivas, sino como espacio de acceso e, incluso, de autorrepresentación de las élites a tenor de la cuidada decoración y monumentalidad de la misma (MADRID, NOGUERA y VELASCO 2011). Presenta una forma trapezoidal de 33,18 por 17,51 metros rodeada de un cuadripórtico que en sus lados este, oeste y sur cuenta con una única perístasis, suelo de mortero y tejado a dos aguas, siendo el lado que se correspondía con el muro de la zona de baños mucho más estrecho debido a que generalmente no se colocaba pórtico en ese punto. El lado norte, en cambio, contaba con cubierta a dos aguas y doble columnata ya que debía de sostener un segundo piso. En los tres primeros lados las columnas se apoyaban sobre zapatas de cimentación formadas por bloques de caliza de forma cuadrangular que, además, servían para salvar el importante desnivel del terreno, de casi medio metro, lo cual permitía un correcto desagüe del agua hacia la cloaca situada en el decumanus de la fachada. Los lados este y oeste tenían un total de siete columnas de 3,74 metros de altura mientras que en el sur solo existían cuatro algo mayores, de 4,30 metros, siendo necesario recurrir al uso de un ático de vigas de madera y ladrillo revestido con un friso pintado con cubos y esvásticas para salvar el desnivel. Todas ellas estaban conformadas por basas áticas sin plinto, fustes construidos con cuñas de cerámica, capiteles jónicos y recubiertas con enlucido, a tenor de los restos de puntura roja y negra que se ha documentado. En el pórtico norte, en la columnata exterior, las dos laterales seguían este patrón mientras que las centrales empleaban materiales mucho más lujosos, con fustes de travertino, junto con basas áticas y capiteles corintios de mármol de Luni-Carrara. La hilera de columnas interior estaba formada por cinco columnas, con basas y fustes de ladrillo y capiteles jónicos labrados en arenisca estucada aunque estos no se han conservado (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 93-94).
Desde la palestra se accedería al apodyterium e inmediatamente al frigidarium, situadas ambas estancias en la zona norte del complejo, presentando la segunda una planta rectangular y una piscina con la misma forma, que contaba con tres peldaños de acceso. La siguiente sala era el tepidarium, también de planta cuadrangular pero sin bañera, de la que se ha conservado parte de la suspensura y el pavimento de signinum. Y a continuación aparece el caldarium que conserva las pilae de sustentación del suelo y que estaría rodeado por sus lados sur y este por un pasillo de servicio con praefurnium. Además de la sala templada, desde el frigidarium también se podía acceder por un vano situado en el muro este a una pequeña estancia de planta cuadrangular en la que se han hallado restos de placas de mármol reutilizadas y que si bien en un primer momento fue interpretada como una sudatio, hoy es considerada como otro apodyterium debido a la distancia con respecto a los hornos. El laconicum se situaría a continuación de esta sala, presentando también una planta cuadrangular y ausencia de bañera. La natatio se ha ubicado hipotéticamente en la zona oeste aunque no ha podido ser demostrado debido a la imposibilidad de realizar excavaciones en esta zona pudiendo documentarse exclusivamente un muro con un grosor de 0,80 metros. Resulta extraño, sin embargo, que esta se ubicase fuera del recorrido, por lo que otra hipótesis barajada es que se tratase de un depósito de agua para abastecer las piscinas que complementaría al castellum aquae de la cima del cerro o incluso, una zona de servicio con letrinas (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 91-98).
Estas estructuras se completan con los restos encontrados por San Martín Moro en la Plaza de los Tres Reyes que incluían restos de la fachada sur, un pasillo con praefurnium, una construcción de carácter hidráulico, canalizaciones y estancias de época tardía sin que se sepa su relación con el resto de estructuras (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 91; San Martín, 1985: 134).
En cuanto a los elementos decorativos se han podido identificar clípeos marmóreos, placas de mármol de diversa procedencia usados como decoración parietal, un soporte marmóreo correspondiente al pie de un labrum, placas de bronce, lapis specularis y rejas también de bronce, pertenecientes a las ventanas del edifico (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 101). Pero sin duda el elemento más interesante es una cornucopia (NOGUERA y MADRID, 2009) de mármol de Luni-Carrara hallada junto a las columnas del pórtico norte que pertenecía a una escultura más grande del tamaño natural, sin que este claro si se trataba de una representación sedente o en pie. Cuenta con una decoración exquisita, compuesta por un  cesto decorado con flores y frutos con un elevado grado de detallismo y bajorrelieve en la zona del cuerno, con el dorso sin decoración, solo pulimentado, y lateral derecho solo desbastado debido a que era este punto el que apoyaba en la escultura. Fechada en época augustea o principios del gobierno de Tiberio (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 101) contiene una elevada carga simbólica relacionada con la Pax Augustea, representando fertilidad, abundancia y bienestar, atributos propios de Ceres, Concordia, Pietas,  Fortuna augusta o también de algún miembro de la familia imperial, divinizado o no (Madrid, Noguera y Velasco, 2011: 107). La interpretación más plausible es que se trata de una representación de Livia como Fortuna o Abundantia, un tema de gran importancia durante época tiberiana como muestra de devoción y reconocimiento de prosperidad emanada de la matriarca de la casa Julio-Claudia (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 108). En cuanto a su ubicación debió de estar en un pedestal en el pórtico norte de la palestra, posiblemente delante de la columna central de la perístasis interior, bien como un simple elemento ornamental bien formando parte de una especie de sacrum o capilla destinada al culto o sacrarium, constatado en otros complejos termales como en Ostia (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 109).
Cornucopia procedente de las termas de la calle Honda (MAMC).
También se han encontrado varios  fragmentos epigráficos destacando un fragmento de placa labrada en mármol en la que se lee loco [dato] d(ecreto) d(ecurionum) [d(ono) d(edit)], inscripción que corrobora el carácter público del edificio. Otro fragmento de placa, en este caso de mármol norteafricano, contiene parte de una titulatura imperial, perteneciente a algún emperador anterior a Adriano, cuya ubicación exacta se desconoce, posiblemente en la palestra. Ambas confirman la existencia en este conjunto de un espacio para homenajear a miembros de la familia imperial y a las élites locales (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 111). Todos estos elementos, junto con el grado de la monumentalización de la palestra y el uso de mármoles  suponen un reflejo de la presencia del nuevo lenguaje augusteo en las zonas más visibles del edificio que tenía como finalidad ensalzar la paz del Princeps y reforzar la idea de abundancia y bienestar derivada del nuevo orden político y social (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 94).
A finales del siglo I e inicios del II d.C. tienen lugar toda una serie de transformaciones en el edificio que incluyen la reparación de las suspensura y de los espacios calefactados, junto con la renovación de pavimentos y los pórticos norte y oeste de la palestra. El abandono del edificio se produce entre mediados y finales del siglo III d.C. tal como evidencia la presencia de sigillata africana C en los rellenos de abandono y colmatación (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 111-112).
A pesar de que en un primer momento se especuló con que podía tratarse de un edificio de carácter semipúblico por sus reducidas dimensiones, el hallazgo de la inscripción en la que el ordo decurionum de la ciudad daba su consentimiento para que se colocase una escultura en el edificio, confirmó la idea de que se trataba de un espacio de carácter público (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 91; Id.: 109) que además estaba situado en una de las vías principales de la ciudad que conectaba el centro, la plaza forense, con la zona portuaria, por lo que debía de tratarse de un establecimiento muy frecuentado por habitantes y visitantes (MADRID, NOGUERA y VELASCO, 2011: 91).
Recosntrucción 3D de las termas de la calle Honda y el Edificio del Atrio realizada por Balawat (https://joseluissite.wordpress.com/)
Por su parte, las termas del foro fueron localizadas en el solar 8-10-12 de la calle Arco de la Caridad (SUÁREZ, 2012) durante los trabajos acometidos entre los años 2010 y 2011, que permitieron la localización de hasta 16 ambientes o salas que formarían parte de unas instalaciones termales que podrían haber ocupado una superficie de 3400 metros cuadrados, destacando el hallazgo de estancias como el caldarium y otros elementos característicos como el hypocaustum o el praefurnium de la instalación. Tanto la técnica y materiales constructivos como la decoración del edificio aportan una cronología de época augustea, estando en funcionamiento a lo largo de las centurias siguientes durante las cuales sufrieron varias remodelaciones hasta época bajo imperial como evidencia, por ejemplo, la superposición de pavimentos. Por su ubicación y dimensiones debieron de ser uno de los establecimientos termales más importantes de la ciudad, ubicado en el corazón de la misma, el foro.
Muy cerca de este punto, en la calle de la Caridad esquina con calle Arco de la Caridad se produjo el hallazgo de una escultura de un Hermes a mediados del siglo XX (BELTRÁN, 1952: 71; MARTÍN y ROLDÁN, 1997b: 173), sin duda perteneciente a estas termas monumentales.
Ambos conjuntos, termas de la calle Honda y termas del foro, se sitúan en zonas similares, a los pies de alguno de los cerros de la ciudad, lo cual facilitaría enormemente el suministro hídrico (RAMALLO y ROS, 2012: 91). 
Como se mencionó en el primer post dedicado a la temática de la higiene en el mundo romana, aunque escasos también existían instalaciones de baños de carácter privado. En Carthago Nova han sido varios los hallazgos que pueden relacionarse con este tipo de edificios:
- En el solar 8-10-12 de la calle Serreta se produjo el hallazgo de un pavimento sin decoración sobre el que apoyaban tres columnillas de ladrillos cuadrangulares de unos 15 centímetros de altura, separados por una distancia similar. Estos parecen sustentar un segundo nivel de suelo de signinum decorado con teselas blancas, por lo que se relacionan con el sistema de suspensura de un posible establecimiento termal (EGEA, 2011; MARTÍN Y ROLDÁN, 1997a: 90, nº.2).
- En la calle Puertas de Murcia esquina con calle subida a San Antonio destaca el hallazgo de varios muros de grandes dimensiones realizados con opus caementicium que delimitarían una estructura de carácter hidráulico fechada en época romana por los fragmentos cerámicos asociados. El hallazgo de un derrumbe con restos de signinum en una de las estancias permite interpretar una cubierta abovedada sustentada con arcos. Con signinum también estaría recubierto el suelo de las estancias. Su función podía ser la de un horno o lugar de calentamiento, datado en los siglos I y II d.C. Al oeste de estas estructuras se identificó un pavimento, también de signinum, terminado en media caña, perteneciente posiblemente a una pileta que, además, estaba comunicada con las estancias anteriores mediante una conducción de agua o vapor. Todos los datos apuntan a que se trataría de un conjunto termal, probablemente de carácter privado (FERNÁNDEZ, 2006: 111-112) aunque por su ubicación no se descarta que se tratase de alguna instalación de carácter artesanal (RAMALLO y ROS, 2012: 89).
En la Plaza de la Merced número 10 hay que citar el hallazgo de instalaciones de carácter doméstico dotadas de baños en torno al tramo de calzada encontrado (MARTÍN Y ROLDÁN, 1997c: 214-215) caracterizadas por la presencia de una pileta o baño junto con una habitación pavimentada con un opus spicatum y dos basas de columna dispuestas con una orientación E-W sobre un enlosado (SAN MARTÍN, 1985: 134).
Finalmente, en el solar 5-7 de la calle Palas se encontró un conjunto de salas que formaban parte de unos baños termales de carácter privado que fueron construidos  presumiblemente en el último cuarto del siglo I a.C., permaneciendo activos hasta el siglo II d.C. Todo el conjunto estaba articulado en torno a un eje NE-SW, habiéndose identificado dos praefurnia y varias estancias, una de ellas con un sistema de hipocausto integrado (ANTOLINOS, 2005).
Es interesante añadir a este respecto el hallazgo, en la calle San Francisco 11-13 (TROJAN y SÁNCHEZ, 2007), de una estancia completa así como de otra anexa que no se han podido excavar en su totalidad, lo que impide atribuirles una funcionalidad concreta. La primera de ellas presenta una gran calidad constructiva y riqueza decorativa, además de un perfecto estado de conservación. Estaba pavimentada con losas de mármol de color rojo y verde con vetas blancas dispuestos de forma alterna en la primera línea conservada, mientras que en la segunda cambia, bien de forma voluntaria por la introducción de un opus sectile bien por una reparación posterior. Toda la composición está rodeada por su perímetro externo por un signinum con una moldura de media caña recubierta por una fina capa de cal de color rosado que actúa como nexo de enlace entre el suelo y las paredes. La decoración parietal también se basa en un revestimiento de placas de mármol blanco que se adosan a las paredes mediante un preparado de argamasa con carbones y cenizas junto con grapas de bronce, de las cuales una se ha encontrado in situ y otra formando parte de los rellenos de la estancia. Por sus elementos, especialmente la media caña, se ha pensado que podría tratarse de alguna instalación termal, ya que este elemento se usaba para impermeabilizar las juntas de los mármoles y evitar filtraciones de agua, posiblemente un frigidarium, ya que no tiene asociado ningún sistema de calefacción de la estancia, pero sin datos para afirmar si se trataría de un edificio público o perteneciente a alguna de las ricas domus de la ciudad. 
Plano de Carthago Nova en el que se incluyen las termas de la calle Honda (números 154, 155 y 51), termas del foro (números 156 y 175), baños privado de la calle Serreta 8-10-12 (número 13), de la calle Puertas de Murcia (número 157), de la plaza Merced 10 (número 90), de la calle Palas 5-7 (número 7) y el hallazgo de la calle San Francisco 11-13 (número 81). MEROÑO, inédito.

Bibliografía: 

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