domingo, 18 de enero de 2015

La táctica hoplítica: el ejército romano de los últimos años de la monarquía

Los ejércitos itálicos anteriores al siglo VI a.C, incluyendo en este grupo tanto a romanos como a otros pueblos del mismo área geográfica (norte y centro de la península) tales como los latinos o los etruscos, compartían grandes similitudes debido, además de la cercanía y la posibilidad de intercambiar influjos, al hecho de que todos ellos estaban influenciados por la mayor máquina militar del momento: el ejército hoplítico griego. Fue en torno al 600 a.C. cuando, desde las colonias griegas situadas en el sur de la península itálica (la denominada Magna Grecia), el armamento y los modelos organizativos helenos fueron adoptados por los etruscos pasando, a través de ellos, a las poblaciones vecinas.

Se trata de un tipo de lucha en la que predomina la colectividad, desarrollada a base de choques de unidades compactas y uniformadas en cuanto a su armamento, cuyo éxito reside en ese carácter compacto de la formación. El problema principal que implica este modelo de combate es que, al incluir un gran número de soldados, resulta poco efectivo en zonas con terrenos irregulares que impidan mantener la formación cerrada por lo que poco después será sustituido por la legión manipular. Realmente eran las primeras líneas las que llegaban a combatir, las restantes estaban principalmente para impresionar e intimidar al enemigo y evitar la fuga de soldados. 

Aunque algo más conocido que el periodo anterior, tampoco disponemos de fuentes directas que nos den información de este ejército. Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso escribieron bastantes años después mientras que los textos contemporáneos habrían quedado destruidos tras el saqueo galo del año 390 a.C.

A continuación os dejo una ilustración que representa a tres de estos nuevos soldados:

Soldados etrusco a la izquierza, romano en el centro y hoplita en la derecha (Fuente: http://www.ecusd7.org/ehs/ehsstaff/jparkin/academics/ancient_world_history/Flowering_of_Civilizations/Han-Rome_Comparison/Rome/Roman_Military/Army/Index-Roman_Army.htm)

Todos los soldados que podemos ver en la imagen llevan vestimenta y armamento de carácter hoplítico. Uno de los elementos más característicos de este tipo de guerreros es el gran escudo circular u hoplon, de donde viene el nombre de este tipo de guerreros, y que podía alcanzar los 30 cm. de diámetro. Estaba construido con láminas de madera recubiertas de una de bronce, y para su sujeción  disponía de una abrazadera central, por donde pasaba el antebrazo, y una correa o empuñadura en uno de los extremos. Sus grandes dimensiones permitían, al ser sostenido con la mano izquierda, proteger todo ese lado del cuerpo y parte del cuerpo derecho del compañero de al lado, posible por la formación compacta que se adoptaba al luchar. De esta forma quedaba libre la mano derecha que se usaba para combatir. Cada escudo llevaba una decoración, generalmente un animal, que diferenciaba a las distintas familias, salvo en el caso de los espartanos, que iban todos con la misma decoración no zoomorfa, sino que se trataba de una L, por Lacedemonia. En este caso solo vemos la decoración del escudo del soldado latino, a base de un centauro en el centro y círculos concéntricos en el anillo exterior, todo ello de color rojo. El motivo decorativo de los otros dos no se aprecia pero si se ve el uso de colores diferentes. En la imagen situada más adelante si es posible apreciar como cada uno de los guerreros lleva una decoración diferente en su escudo. Lo que si podemos ver con claridad en la imagen, en el caso de los guerreros etrusco y romano, es el juego de agarraderas internas y el modo de sujeción del mismo.

Además del escudo, el armamento defensivo del hoplita se completaba con el casco. En el mundo griego existían diferentes variantes (corintio, tracio, ilirio, calcídico...). En la imagen vemos cómo solo llevan casco los soldados etrusco y latino. El primero deja libre la zona de los ojos, nariz y boca, y esta coronado por lo que parece una especie penacho, el del latino tapa también la nariz y no lleva penacho en la zona superior. La variedad en la tipología de los cascos ha sido igualmente representada en la ilustración situada más adelante. El soldado romano aparece representado sin casco a pesar de que parece que era común que se usase, independientemente de la condición social del soldado. Las grebas se usaban para proteger las espinillas. Estaban realizadas en bronce y adquirían una forma anatómica para adaptarse mejor a esta zona del cuerpo. En una fase más avanzada se extenderá hasta la rodilla, siendo este el modelo que vemos en la imagen, en todos los soldados. El resto de la pierna se resguardaba con unas anillas de bronce, que en el caso del soldado romano no están.


Para el cuerpo se usaban corazas también con la forma de los pectorales para que, al igual que ocurría con las grebas, se adaptasen lo mejor posible al cuerpo de los guerreros. Estas podían ser de bronce o de lino. En este último caso se formaban por la unión de varias capas de este material unidas con resina para que ganasen resistencia y la zona inferior se cortaba en bandas para facilitar los movimientos. Las diferencias entre una y otra radicaban en la comodidad, ya que las de lino permiten una mayor movilidad por su menor peso y, además, eran menos calurosas aunque contaban con el impedimento de que frenaban menos golpes que las de bronce. En la imagen vemos como los soldados etrusco y latino llevan el modelo metálico mientras que el romano parece mostrar uno de lino. Las corazas se introdujeron en el mundo romano a finales de la monarquía pero no se generalizó su uso como en el mundo griego sino que va a quedar reservado para aquellos ciudadanos que pudiesen permitírsela, convirtiéndose en un signo de distinción social. La situación solo cambiará con la reforma del ejército y la creación de los manípulos, cuando se generalice el uso de esta prenda. Bajo la coraza, los soldados llevan una túnica de colores vivos y en el caso del soldado latino también se completa con una capa, al modo de los soldados espartanos.

En el caso del armamento ofensivo, lo típico del soldado hoplita era portar una o dos lanzas. De grandes dimensiones, unos 2,45 metros de largo, estaban fabricadas en madera, con puntas de hierro o bronce y una cuerda en la parte central para facilitar el agarre. Su función principal era la de golpear y estocar, no ser lanzada, por lo que disponía en la parte inferior de un contrapeso que, en el caso de que se rompiese el astil, podía emplearse como otro arma. En la ilustración los tres soldados portan espada que, si bien para los griegos era algo más común aunque siempre secundario con respecto a la lanza, para el soldado romano era, junto con la coraza, un símbolo de distinción, puesto que se relacionaban con la lucha individual y, por tanto heroica, de los tiempos más antiguos. En este elemento también podemos observar diferencias entre los tres guerreros. Así, el etrusco y el latino llevan una espada de filo curvado mientras que el romano lleva una espada recta y alargada. Este tipo de espadas largas, conocidas como gladius, y con empuñadura en “antena” son de procedencia centroeuropea y servían tanto para ser clavadas como para cortar con el filo. En algunas ocasiones estos soldados también podían llevar un hacha como arma ofensiva.

Otra ilustración en la que aparecen tres guerreros hoplitas romanos enfrentándose a guerreros galos (Fuente: http://www.ecusd7.org/ehs/ehsstaff/jparkin/academics/ancient_world_history/Flowering_of_Civilizations/Han-Rome_Comparison/Rome/Roman_Military/Army/A-Early_Roman_Armies/Plate_E-Roman_Hoplites.jpg)
Por todos estos elementos podemos determinar que la ilustración refleja un momento posterior al año 600 a.C., cuando se introducen los usos militares griegos en la península, pero anterior al último cuarto del siglo IV a.C., cuando se modificó esta estructura del ejército romano, que a partir de entonces se organizó dividido en manípulos, un modelo de lucha más abierto y adaptado a las irregularidades del territorio en el que se movía. Pero a pesar de tomar muchos de los elementos del ejército griego, el ejército romano nunca llegó a ser una copia exacta ya que supo adaptar los influjos recibidos a sus necesidades.   

Esta reforma se ha atribuido a Servio Tulio, penúltimo de los monarcas romanos, artífice de una modificación del ejército, ahora organizado en base a criterios económicos. De esta forma el ejercicio de la guerra quedaba en manos de aquellos que más le interesaba, aquellos que tenían más que proteger y también aquellos que más podían perder, y que eran los únicos que podían costearse el armamento. Los más pobres, los que no disponían de nada, no participaban puesto que no tenían nada que ofrecer ni medios con los que costearse el equipo militar aunque debido a ello tampoco gozaban de derechos políticos. Además del armamento, este nuevo modelo de organización definía la posición que se ocupaba en el campo de batalla. Así los más pobres, los de la quinta clase actuaban en primer lugar, recibiendo los primeros impactos. El resto de clases conformaban las líneas de batalla, situándose delante los de la primera clase y los últimos los de la cuarta. 


Uno de los autores que nos menciona esta nuevo modelo de organización social en base a un censo es Tito Livio, escritor que, tal como se ha mencionado más arriba, pertenece a un momento bastante posterior:

“Con los que tenían una renta de cien mil ases o más  formó ochenta centurias: cuarenta de los de más edad y cuarenta de los más jóvenes; el conjunto se denominó primera clase. Los de más edad tenían por misión la defensa de la ciudad; los más jóvenes las guerras exteriores. Se les impuso como armas el casco, el escudo redondo, las grebas y la coraza, todas ellas de bronce y para servir de protección del cuerpo; como armas ofensivas la lanza y la espada. Agregó a esta clase dos centurias de obreros que cumplían el servicio militar sin llevar armas; tenían como misión el transporte de las máquinas de guerra. La segunda clase abarcaba de cien mil a setenta y cinco mil ases de renta, y de ellos se inscriben veinte centurias, tanto de mayores como de más jóvenes; armas exigidas: escudo alargado en vez del redondo, y las demás, las mismas, excepto la coraza. Fijó la renta de la tercera clase en cincuenta mil ases. El mismo número de centurias y con la misma diferenciación por edades que en la clase anterior; ningún cambio respecto a las armas, únicamente la supresión de las grebas. Renta de la cuarta clase: veinticinco mil ases; el número de centurias el mismo; cambio respecto a las armas: sólo se les dejó la lanza y el venablo. La quinta clase era más numerosa; estaba integrada por treinta centurias; iban armados de hondas y proyectiles de piedra; entre éstos estaban también censados los corneteros y trompeteros, repartidos en dos centurias. La renta de esta clase era de once mil ases. La renta inferior a esta comprendía la población restante: estaba exenta del servicio militar. Armada y distribuida de este modo la infantería, inscribió doce centurias de caballeros de entre los ciudadanos principales […] (TITO LIVIO I 43, 1-9).
La sociedad quedó dividida en cinco clases, quedando fuera de esta organización aquellos cuidadanos que no eran propietarios. El primer grupo se componía de aquellos individuos cuyas posesiones estuviesen valoradas en cien mil ases o más, individuos que, a su vez fueron distribuidos en ochenta centurias, diferenciándose por la edad de sus miembros. Así las cuarenta centurias cuya población era más joven tenían como misión militar formar parte de los ejércitos hoplíticos que combatían en el exterior, mientras que los mayores se quedaban en la ciudad para defenderla ante posibles ataques. En cuanto al armamento que podían portar está el casco, el escudo redondo, las grebas y la coraza, un elemento exclusivo de esta clase por lo que se va convertir en un signo de distinción social. 

El segundo grupo se limitaba a los individuos con una renta comprendida entre los 65.000 y los 100.000 ases, distribuyéndose en veinte centurias. Las armas son las mismas con la excepción de la coraza, que este grupo no tiene derecho a portar, y el escudo que en este caso es alargado. El tercer grupo incluye a los hombres con una renta de 50.000 ases, también divididos en veinte centurias. Las armas son las mismas salvo las grebas. El cuarto grupo se forma con los individuos con una fortuna de 25.000 ases, también distribuidos en veinte centurias y con un armamento más reducido, que en este caso se limita a la lanza y el venablo, otra lanza pero de menores dimensiones. Según se indica en el texto, estos individuos no tenían derecho a protecciones, ni escudo, ni casco y mucho menos coraza, elementos todos ellos excesivamente caros. El último grupo es el más numeroso incluyendo a los individuos cuya renta superase los 11.000 ases. Sus miembros se dividen en treinta centurias y su actuación en las batallas se limitaba a corneteros y trompeteros o al uso de hondas, en clara desventaja con respecto a los grupos anteriores.

Todos aquellos sujetos cuyo capital no alcanzase los 10.000 ases quedan fuera de esta organización censal y por lo tanto no tienen posibilidad de participar en el ejército puesto que se deduce que son incapaces de costearse un mínimo equipamiento. Ello supone que tampoco tienen derechos políticos. Por lo tanto parece que con esta organización cada individuo es premiado por lo que ofrece, cuanto más se ofrece más recompensa del estado se obtiene.

De estas cinco clases van a proceder los miembros de la infantería, mientras que el grupo de caballería se compone de doce centurias, formadas exclusivamente por aquellos individuos que poseen caballo, ya que todavía no está establecido el sistema del equo publico, según el cual es el estado el que otorga al animal, con el objetivo de incrementar su presencia en los ejércitos. Estaban situados en la cúspide de esta pirámide social, al tratarse de miembros de la aristocracia elegidos directamente por el rey.

Así es como quedó establecida la división de la población que tradicionalmente se atribuye a este monarca aunque la mayor parte de los especialistas están de acuerdo en que no se trató de una nueva creación de este soberano, es decir, el no creó estas clases sociales sino que solo calificó, dio nombre a lo que ya existía, puesto que desde tiempos anteriores aquellos individuos con mayores posibilidades económicas eran los que un mejor armamento podían procurarse. Se puede decir que institucionalizó algo que era una realidad desde años anteriores.

Esta reforma tenemos que situarla en el siglo VI a.C. y supuso una nueva organización de la población. Así, ahora todos los ciudadanos que vivían en terreno romano van a quedar distribuidos en diferentes tribus, urbanas y rurales, según su lugar de residencia, abandonándose la organización de tipo tribal y gentilicia que había dominado los primeros años de vida del mundo romano. Se produjo un avance más en la conformación del estado romano. El programa de reformas se completó con esta división de la sociedad según su fortuna con una triple finalidad: definir los derechos políticos, las cargas impositivas y las obligaciones militares. Así la población quedó dividida en dos grupos principales, los propietarios y los proletarii, los que no tenían tierras, incluyéndose también artesanos y comerciantes, y por lo tanto ni derechos políticos ni obligaciones militares pues se consideraba que no tenían nada por lo que luchar. Así, con esta medida Servio Tulio introdujo algo muy importante en el ejército y es una motivación en la batalla, ya que cada individuo peleaba por defender lo suyo, por proteger lo que es de su propiedad.

Bibliografía:


  • FIELDS, N., (2011): Early Roman Warrior 753-321 BC, Orford.
  • GOLDSWORTHY, A., (2005): El ejército romano, Editorial Akal.
  • KEPPIE, L., (1984): The Making of the Roman Army, London.
  • ROLDÁN HERVÁS, J.M., (1995): Historia de Roma, Universidad de Salamanca.
  • TITO LIVIO, Historia de Roma desde su fundación I-III, Editorial Gredos 144. Traducción y notas de J.A. Villar Vilar. Introducción general de A. Sierra de Cózar. Revisada por J. Gil.





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