domingo, 25 de enero de 2015

La jornada diaria del pater familias: la importancia de la salutatio y la cena

Hace algunos post hablábamos de quién era el paterfamilias y los poderes que le otorgaba el representar este papel dentro de la familia romana (aquí). Pues ahora vamos a ver cómo transcurría la jornada diaria de este personaje, una jornada en la que la mayoría de las actuaciones llevadas a cabo por estos hombres tenían por finalidad última conseguir una buena imagen social y una reputación impecable a base de mostrar su uirtus y su liberalitas o generosidad. 



Los dos actos básicos que permitían al hombre romano desplegar sus cualidades y establecer las relaciones sociales necesarias para  su ascenso político y económico eran la salutatio y la cena, sobre las cuales Férnandez Vega apunta:
"[...] constituían los ritos de la vertebración interindividual, mecanismo caseros de cohesión social, al establecer la primera unos lazos de reconocimiento susceptibles de ser estrechados mediante la segunda" (FERNÁNDEZ VEGA, 2003: 136).

¿En qué consistían ambas ceremonias? 


La primera de ellas, la salutatio, aparece definida en el Dictionnaire des Antiquités grecques et romaines de Daremberg y Saglio como:
"[...] la visita matinal que era costumbre de hacer, para los romanos, a aquellos que debían o se quería honrar. Debido a que el número de visitantes cotidianos era el que marcaba la importancia o la influencia, todo ciudadano estaba ansioso por tener a un gran número de individuos [...]"
Esta tradición estuvo vigente durante un gran número de años debido a tres motivos fundamentales:
  • Se conseguía unificar bajo una único patrono (el pater familias que era visitado) a un grupo de unidades familiares cuyas expectativas de vida y futuro intentan alcanzar gracias a la ayuda y la protección de este patrono.
  • Esto contribuye a crear un modelo de organización social de tipo piramidal, con la figura del patrono en la cúspide, y formada por todos aquellos grupos familiares subordinados.
  • La presencia de estos clientes en torno a una familia era un signo inequívoco de prestigio y riqueza, por lo que la clientela se convirtió en una institución muy arraigada dentro de la sociedad romana. 
A lo largo de los años que permaneció vigente sufriría algunas transformaciones motivadas, principalmente, por los cambios en los intereses de patrono y clientes. Así, si durante la República el objetivo principal de los patronos era conseguir votos de cara a los procesos electorales, con la llegada del Imperio se buscará el apoyo de los clientes con el objetivo de alcanzar nuevos cargos en la administración y también mantener la cohesión del imperio a través de la integración de las aristocracias provinciales con sus subordinados. Pero, evidentemente, esta ayuda no era desinteresada y, a cambio, los clientes podían obtener protección, influencia, ayuda económica y judicial así como algunos regalos materiales, conocidos como sportulae, que más tarde acabaron convirtiéndose en un donativo económico.

Ilustración que representa la salutatio (Fuente: Google images).
A pesar de su larga vigencia, no era algo con lo que todo el mundo estuviese de acuerdo  como nos indica el testimonio de Marcial, donde da una clara muestra de las obligaciones que esta ceremonia implicaba para los clientes:
"[...] por tres denarios me engatusas y me ordenas, Baso, que por la mañana, con la toga puesta, vigile tu zaguán, luego que me pegue a tu lado, que marche delante de tu silla de manos, que vaya contigo a cada de más o menos diez viudas. La verdad es que tengo una toguilla usada, barata y vieja; sin embargo, no la contrato, Baso, por tres denarios" (MARCIAL, IX, 100).

La salutatio comenzaba muy temprano, al alba, era la primera actividad del día por lo que el paterfamilias debía de levantarse muy temprano, antes incluso de que saliese el sol ya que permanecer más tiempo en el lecho era considerado como propio de perezosos y holgazanes. A continuación, ayudado por uno de sus esclavos, el señor llevaba a cabo su aseo diario limitado, tal como se vio en el post dedicado a la higiene personal (aquí), a los brazos y las piernas, y se colocaba la vestimenta en la que destacaba el símbolo por excelencia del ciudadano romano, la toga. Todos los individuos que participaban en la salutatio tenían la obligación de utilizar esta prenda, ya no solo por su valor como signo de distinción sino porque muchos de ellos, como relata Marcial, acompañarían al señor en su cortejo posterior, la adsectatio.

Una vez aseado y vestido, daba comienzo la ceremonia. Los clientes, desde bien temprano, habían estado agolpándose en la puerta de la domus tal como marca la tradición. Aquellos patrones más considerados podían colocar a la entrada de su residencia algún pórtico o bancos para hacer más agradable la espera aunque no era la norma común. El acceso a la vivienda se realizaba de acuerdo a un riguroso orden jerárquico, así primero entraban los amigos del señor y aquellos individuos de igual rango social por lo que en ocasiones, en lugar de en el patio o atrio de la casa, podían ser atendidos dentro del propio dormitorio del señor. El resto de individuos tenían que contentarse con acceder al atrio de la vivienda, un espacio cuya decoración acompañaba a esa idea de magnificencia que esta ceremonia debía de transmitir: columnas de ricos mármoles, pinturas murales, mosaicos, esculturas, fuentes, cortinajes y todos aquellos elementos capaces de transmitir la grandeza y los méritos de la familia, convirtiéndose en
"[...] sede clásica de toda la simbología considerada digna de ser desplegada" (FERNÁNDEZ VEGA, 2003).
Al lado del señor se situaba el nomenclator, personaje encargado de recordar el nombre de cada uno de los individuos que asistían a la ceremonia. Nada sabemos, sin embargo de las fórmulas de saludo empleadas aunque no es descabellado pensar que estas obedeciesen a un rígido ritual. Del número de asistentes dependerá la duración de la misma.

Ilustración que representa las labores del patrono en el foro (Fuente: Google Images).
El resto de la mañana era aprovechada para continuar con el trabajo, ya se tratase de los negocios privados o de los públicos, para lo cual se trasladaba al foro, no sin antes haber tomado un frugal desayuno, el iantaculum. Andando o en litera, el camino al foro lo hacia acompañado de sus clientes y ya una vez allí se dedicaría a ejercer como orador o jurista en alguno de los tribunales de justicia. El único oficio digno para estos hombres era la política o la guerra, como senador, magistrado u alto mando militar. También era la mañana el momento apropiado para realizar las visitas de cortesía a los amigos, ya fuese para felicitar o acompañar en los malos momentos, puesto que  la tarde, una vez que acababa la actividad el foro y si no era día de baño, era aprovechada para buscar a aquellos individuos que le acompañarían en la segunda gran ceremonia del día, la cena. Se trataba de un fastuoso banquete cuyo objetivo principal era afianzar aquellas relaciones beneficiosas para la familia, relaciones que le permitiesen alcanzar el éxito político. Esta era una labor que no solo estaba en manos del hombre, toda la familia debía de colaborar puesto que su engrandecimiento era el de todos, de ahí la famosa frase de César:
 "La mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo.”
Este esquema de vida solo se veía modificado los días de fiesta o los días nefastos, aquellos dedicados a los dioses, en los que toda actividad humana cesaba a excepción de la religiosa.

Ilustración que representa un típico banquete romano, con los comensales recostados sobre los triclinia, los esclavos sirviendo y los músicos amenizando la cena (Fuente: Google Images).

Bibliografía:


  • DAREMBERG y SAGLIO, Dictionnaire des Antiquités grecques et romaines.
  • GRIMAL, P., (1999): La civilización romana. Vida, costumbres, leyes, artes, Paidós, Barcelona.
  • GUILLÉN, J., (1994): Urbs Roma. Vida y costumbres de los romanos. I La vida privada, Sígueme, Salamanca.
  • FERNÁNDEZ VEGA, P.A., (2003): La casa romana, Akal, Madrid.
  • MARCIAL, Epígramas, Gredos, Madrid.


No hay comentarios:

Publicar un comentario