domingo, 1 de febrero de 2015

Las kalendas de Febrero

Con este nombre se hace referencia al primer día del mes de Febrero. Y es que los antiguos romanos no contabilizaban los días como lo hacemos nosotros...


En la antigua Roma existían tres momentos clave o puntos señalados en el mes que servían como referencia para indicar el resto de los días. El primero de ellos eran las kalendas que se correspondían con el primer día de cada mes. Los Idus tenían lugar el 13º día de cada mes, salvo en marzo, mayo, julio y octubre, que caían el día 15 (una de las fechas más famosas son los Idus de marzo, el día del asesinato de Julio César que tuvieron lugar el 15 de marzo del 44 a.C.). Finalmente estaban las Nonas, así denominadas por tener lugar 9 días antes de los Idus, de manera que en los meses de marzo, mayo, julio y octubre corresponderían al 7º día del mes, y al 5º el resto de meses. Cada uno de estos periodos estaba relacionado con los ciclos de la luna: la luna creciente, la media y la llena. 

Calendario romano (fuente: Museo della Civiltà Romana)

La forma de contabilizar los días era un poco compleja ya que se hacía contando hacía atrás, es decir se cuentan los días que faltan para llegar a cada una de las referencias, incluyendo en el computo el día de partida y el de llegada. Así, por ejemplo, el día 27 de junio sería para las romanos (teniendo en cuenta que su mes de junio tenía solo 29 días) "el cuarto día antes de las kalendas de julio" o lo que es lo mismo "ante diem IV kalendas Iunius". El día de antes a alguno de estos hitos era denominado "pridie" (el día de antes) y el posterior "postridie" (el día después). Si el día a denominar coincidía con alguna de las referencia eran mucho más sencillo, por ejemplo el día de la muerte de Julio César fue el Idus Martiae.

Algunas frases famosas que incluyen referencias a estas fórmulas son:

  • "Ad kalendas graecas" que significa "para las kalendas griegas". Se trata de un proverbio que hacía referencia a algo que nunca iba a suceder puesto que en Grecia no existían las kalendas, algo parecido a nuestro "cuando a las ranas le salga pelo".
  • "¡Cuidate de los Idus de marzo!": frase introducida por Shakespeare en su obra Julio César de 1559 haciendo referencia a una advertencia que una adivina le hizo, por lo que se usa a día de hoy para advertir de algún peligro.

El calendario también ha cambiado bastante desde estos momentos hasta nuestro días. De hecho el mes de lebrero no existía originalmente sino que fue introducido, según la tradición, por el segundo rey de Roma, Numa Pompilio. Este realizó una reforma del calendario para adaptarlo a los ciclos lunares. Con ella estableció que los meses tuviesen 29 y 31 días de forma alterna, ya que los números pares eran considerados como portadores de mala suerte por lo que ningún mes debía estar compuesto de 30 días. Además de ello, se añadieron dos meses más, enero y febrero, pasando a comenzar el año en estos nuevos meses algo más tarde, en el siglo II a.C., ya que hasta entonces lo hacía en marzo.

Febrero era conocido por los romanos como februarius. Sabemos por Ovidio que el nombre procede de un instrumento de purificación denominado februa:

"Los padres romanos llamaron februa a los instrumentos de purificación. Aún ahora muchos indicios lo prueban así para esta palabra. Los pontífices piden al rey y al flamen unas lanas que en la lengua de los antiguos tenían en nombre de februa, y las tartas tostadas y la sal que coge el lictor para purificar las casas cuando se las barre se llaman igual. El mismo nombre tiene la rama que, cortada del árbol, cubre con hojas puras las castas sienes de los sacerdotes. Yo mismo vi a la mujer de un flamen solicitando los februa, y al solicitar los februa le dieron una vara de pino. En fin, todo aquello con que purificamos nuestros cuerpos tenía este nombre entre nuestros intonsos abuelos. El mes recibe de los februa este nombre, bien porque los Lupercos cortan una piel y purifican todo el suelo utilizándola como instrumento de purificación, o bien porque la ocasiones es pura, una vez que se han hecho las ofrendas de paz a los sepulcros y los días dedicados a los muertos han pasado. Nuestros viejos creían que las puridicaciónes podían eliminar todo sacrilegio y toda causa del mal. Grecia dio origen a esta costumbre, pensando los pecadores al purificarse lavan sus hechos sacrílegos [...] ¡Ah, demasiado cómodos los que creéis que los tristes crímenes de homicidio pueden lavarse en el agua de un río! (OVIDIO, Fastos, II)
Estos instrumentos de purificación eran empleados en una festividad con el mismo nombre, las februa, de origen sabino. Se trataba de una fiesta de purificación como preparación a la primavera, para alejar cualquier mal espíritu que acechase al ganado, la cosecha o incluso expiar los pecados. Esta antigua tradición quedó ligada a la gran festividad que los romanos celebraban este mes, las Lupercalia, dando nombre al mes. 

Glosarío:

  • Flamen: sacerdote romano que gozaba de un gran prestigio. Institución nacida durante los primeros momentos de la monarquía que estaba cargada de un halo de misterio. Considerados como una representación en vida de la divinidad a la que estaban consagrados debían de respetar una serie de estrictas restricciones como no salir del recinto sagrado de la ciudad o pomerium, no tocar a las muertos ni animales relaciones con la muerte o comer determinados alimentos. 
  • Lictor: soldado encargado de escoltar a los magistrados durante la época republicana y a los emperadores después, además de realizar algunas otras tareas de orden publico. Su elemento más característico era un haz de varas o fasces en el que se encontraban insertas una o dos hachas y que apoyaba en su hombro izquierdo, solo cuando estaban fuera del recinto sagrado de la ciudad. Simbolizaba su capacidad para castigar y ejecutar, por lo que dentro del pomerium se veían reducidas sus prerrogativas, ya que en este área no se podía ejecutar a ningún ciudadano.
  • Lupercos: cuerpo especial de sacerdotes encargados de realizar los sacrificios que formaban parte de la festividad de las Lupercales


Bibliografía:


  • OVIDIO, Fastos, Gredos (121). Introducción, traducción y notas de B. Segura Ramos. Revisada por A. Ruiz de Elvira.

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